Contra la Usura y Despilfarro

Contra la Usura y Despilfarro
Los culpables siguen cobrando cifras millonarias
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La PERSONA: El primer capital.

De vez en cuando es conveniente dar una pasada por  los textos que nos reencuentran con la verdad. Con una verdad cruda. Con una crudeza que no se deja transitar por el odio, ni la venganza sino que busca la justicia por el camino recto del amor. (Machacando las Almendras)


Desde el punto de vista social, a los sistemas de protección y previsión, ya existentes en tiempos de Pablo VI en muchos países, les cuesta trabajo, y les costará todavía más en el futuro, lograr sus objetivos de verdadera justicia social dentro de un cuadro de fuerzas profundamente transformado. El mercado, al hacerse global, ha estimulado, sobre todo en países ricos, la búsqueda de áreas en las que emplazar la producción a bajo coste con el fin de reducir los precios de muchos bienes, aumentar el poder de adquisición y acelerar por tanto el índice de crecimiento, centrado en un mayor consumo en el propio mercado interior. Consiguientemente, el mercado ha estimulado nuevas formas de competencia entre los estados con el fin de atraer centros productivos de empresas extranjeras, adoptando diversas medidas, como una fiscalidad favorable y la falta de reglamentación del mundo del trabajo. Estos procesos han llevado a la reducción de la red de seguridad social a cambio de la búsqueda de mayores ventajas competitivas en el mercado global, con grave peligro para los derechos de los trabajadores, para los derechos fundamentales del hombre y para la solidaridad en las tradicionales formas del Estado social. Los sistemas de seguridad social pueden perder la capacidad de cumplir su tarea, tanto en los países pobres, como en los emergentes, e incluso en los ya desarrollados desde hace tiempo. En este punto, las políticas de balance, con los recortes al gasto social, con frecuencia promovidos también por las instituciones financieras internacionales, pueden dejar a los ciudadanos impotentes ante riesgos antiguos y nuevos; dicha impotencia aumenta por la falta de protección eficaz por parte de las asociaciones de los trabajadores. El conjunto de los cambios sociales y económicos hace que lasorganizaciones sindicales tengan mayores dificultades para desarrollar su tarea de representación de los intereses de los trabajadores, también porque los gobiernos, por razones de utilidad económica, limitan a menudo las libertades sindicales o la capacidad de negociación de los sindicatos mismos. Las redes de solidaridad tradicionales se ven obligadas a superar mayores obstáculos. Por tanto, la invitación de la doctrina social de la Iglesia, empezando por la Rerum novarum[60], a dar vida a asociaciones de trabajadores para defender sus propios derechos ha de ser respetada, hoy más que ayer, dando ante todo una respuesta pronta y de altas miras a la urgencia de establecer nuevas sinergias en el ámbito internacional y local.

La movilidad laboral, asociada a la desregulación generalizada, ha sido un fenómeno importante, no exento de aspectos positivos porque estimula la producción de nueva riqueza y el intercambio entre culturas diferentes. Sin embargo, cuando la incertidumbre sobre las condiciones de trabajo a causa de la movilidad y la desregulación se hace endémica, surgen formas de inestabilidad psicológica, de dificultad para abrirse caminos coherentes en la vida, incluido el del matrimonio. Como consecuencia, se producen situaciones de deterioro humano y de desperdicio social. Respecto a lo que sucedía en la sociedad industrial del pasado, el paro provoca hoy nuevas formas de irrelevancia económica, y la actual crisis sólo puede empeorar dicha situación. El estar sin trabajo durante mucho tiempo, o la dependencia prolongada de la asistencia pública o privada, mina la libertad y la creatividad de la persona y sus relaciones familiares y sociales, con graves daños en el plano psicológico y espiritual. Quisiera recordar a todos, en especial a los gobernantes que se ocupan en dar un aspecto renovado al orden económico y social del mundo, que el primer capital que se ha de salvaguardar y valorar es el hombre, la persona en su integridad: «Pues el hombre es el autor, el centro y el fin de toda la vida económico-social»[61].

Los funcionarios: las cosas en sus justos términos.

Los funcionarios: las cosas en sus justos términos

 
por Juan Francisco González Tejada

 
En los últimos meses los FUNCIONARIOS han pasado a ser, sin buscarlo, y lo que es peor, sin quererlo, al centro de atención de la política, y de los especialista en asuntos económicos y financieros.



Al comenzar a hablar de funcionarios o de la función publica tenemos que analizarlo desde la concepción empresarial según la cual la administración a través de los funcionarios vende o presta un servicio que los ciudadanos pagan vía impuestos de forma solidaria, de tal manera que recibiendo todos el mismo servicio, cada uno contribuye en función de sus rentas, de su capacidad de compras etc, veía impuesto directos e indirectos.



La crisis ha provocado una reducción grave para el pago de esos servicios, al no poderse recaudar el mismo nivel de ingresos que lo que supone el gasto de la administración publica, que en los últimos años estableció nuevos gastos fijos y estructurales cuando los ingresos vía especulación inmobiliaria era predecible que serian temporales, por mucho que durara la bonanza. Ahora esos políticos, esos partidos que en todos los niveles de la Administración del Estado ( Gobierno Central, Autonómicos, Locales, y Diputaciones) hicieron crecer el gasto de forma irresponsable creando nuestras infraestructuras administrativas, duplicidades etc, creando unos puestos de trabajo en la administración por encima de lo razonable, bien mediante personal funcionario, personal laboral o subcontratación de servicios, en lugar de hacer un análisis riguroso del gasto publico, al que no pueden acceder por haber transferido a las autonomías la gestión de competencias que la propia Constitución reserva para el Gobierno Central. Pues bien en lugar de eso, sin ningún tipo de escrúpulos, y para contentar a los mercados del capitalismo financiero, han seguido la vía mas fácil y mas injusta, plantear una reducción de salarios para los funcionarios, cuando saben que de seguir por el camino que vamos, tendrán que acometer la necesaria reforma de la administración del Estado.



Nosotros nos negamos a meter en un saco a todos, bajo el termino de FUNCIONARIOS. Para nosotros el esfuerzo, la capacidad y el merito siguen siendo valores a defender, conjugados con las funciones que estos funcionarios prestan a la sociedad en la escala de prioridades de derechos sociales que hacen mas iguales y mas dignas a las personas, a los ciudadanos.

No toleramos, que los que han permitido que en los tiempos de bonanza basada en la usura, se haya pervertido el sistema social, y todo, todo haya quedado expuesto a la intemperie de la OFERTA y la DEMANDA, llegando en el terreno laboral, a que un chaval sin estudios, y sin esfuerzos, accediera a sueldos muy por encima de los que cobran personas que habiendo realizado una carrera universitaria, habiendo superado una oposición, se dedica a salvar vidas en un hospital, a educar nuestros hijos, en los distintos centros educativos, o perseguir delincuentes de todo pelaje jugándose su vida, y todo ello a costa de los endeudamientos de los jóvenes que querían acceder a la vivienda, endeudándose para toda la vida. Los que permanecieron inmóviles antes este panorama ahora quieren cuadrar cuentas también, sin hacer ni el esfuerzo de ponerse a trabajar duro para reducir de forma sensata y rigurosa los gastos superfluos del Estado.



No toleramos que se meta en el mismo saco de la función publica ni a las funciones, ni a los funcionarios, que tienen encomendadas labores profesionales que aseguran servicios esenciales para la igualdad de derechos y dignidad de las personas.



Reclamamos de nuestro Presidente y de sus brunetes mediáticas, una reflexión en profundidad sobre la extensión del gasto publico no social, funcionarios con misiones puramente administrativas que se han creado en los últimos 25 años, para satisfacer los caprichos de los políticos de turno que se han convertido en los señores feudales en las distintas Comunidades Autónomas, de todos los puestos creados también por los Ayuntamientos y que no responden al desempeño de funciones de servicio publico de carácter esencial.



Antes de bajar sueldos al personal cualificado que nos atiende en la Sanidad, en la Educación, en la Seguridad, en la Asistencia es preciso recortar gasto suntuosos, en privilegios a políticos, reducir la duplicidad de funciones, mancomunación de servicios de los funcionarios de carrera en la Administración Local, eliminación de ese mastodóntico parque móvil, que ya nadie sabe a cuanto asciende porque cada administración hace lo que en este sentido le da la gana. Drástica reducción de la subvención a partidos políticos, sindicatos, asociaciones patronales, todo tipo asociaciones de amigos, amiguetes y familiares. Abolición de los liberados sindicales, regulación por un grupo de economistas de los salario de los cargos electos y reducción de los concejales liberados en los miles de municipios que tiene España. Y endurecimiento del Código Penal para todo funcionario o político que negocie con los contratos de servicios o concesiones administrativas del Estado en todos sus ámbitos.



Y como queda bien claro, nuestros argumentos no están basados en ningún tipo de fobia a la función publica, tenemos la fuerza moral para denunciar la pasividad de los jefes en las administración publica y de la complicidad de las fuerzas sindicales con practicas laborales de algunos funcionarios, que en la empresa privada, de producirse durante una semana, significarían un despido disciplinario, mientras que esta es una practica mas extendida de lo deseable en muchas personas que siendo funcionarios, se sienten inmunes antes la petición de responsabilidad en sus funciones laborales, por parte de sus superiores, que o bien hacen la vista gorda, o temen el escándalo que le pueda montar el sindicato.



En fin, el funcionario no tiene culpa de nada, pero si que irremediablemente, si pertenece a puestos creados por la arbitrariedad política, y la mala administración deberá sufrir ahora lo que antes fue una alegría que no respondía una necesidad sino a una arbitrariedad del poder político, o que respondiendo a una necesidad que se podía cubrir ese gasto en otro momento, pero no es posible o responsable seguir gastando en esas partidas, por poner en peligro la financiación de derechos básicos como la sanidad, la educación etc,etc.



Los culpables de estos desajustes ha sido el capitalismo financiero, representados en una Banca que que abandono el negocio tradicional e hizo del capital una función empresarial, y también los partidos y sindicatos que han permanecido impasibles ante la especulación, la usura, el endeudamiento como motor de la economía, y en medio de este desorden han ido aumentando los puestos y los gastos en una administración que debía pensar que el dinero que le llegaba era producto de una maná inagotable.



Ante esta situación nos queda reducir gastos los mas urgentemente para no seguir empobreciéndonos mas, asegurando los derechos esenciales, y partir de ese punto urgen un reparto de la riqueza que no deje en la estacada millones de españoles.



El que los recortes se tengan que hacer en la administración publica, no convierte al FUNCIONARIO de forma genérica y ni especifica, en el culpable de la crisis, que se debe al ilimitado egoísmo del hombre, que encarnados en los entramados financieros que gestionan GRANDES CAPITALES muy globalizados, ni la ley ni la fuerzas sociales han sido capaz de ponerles freno para llegar donde nos encontramos. Antes de CORTAR POR LOS SANO, ES PRECISO CORTAR LOS EXCESOS.

Publicado originariamente en la Web de FALANGE AUTENTICA 


Machacando las Almendras

Los otros Santos Inocentes de Miguel Delibes.


Son muchos, los que con motivo de la muerte de D. Miguel Delibes ( con toda la razón), han traído a colación su obra de los Santos Inocentes. Pero por un lado se quedan en la denuncia de un caciquismo arcaico, y afortunadamente casi desaparecido, y no entran en el análisis de las nuevas formas de caciquismo, mas sutil, sofisticado,  menos perceptible, y que por ese motivo desarticula, cualquier posible reacción social hacia el, pero que en definitiva, sigue manifestando la misma esencia, el sometimiento de las conciencias y las voluntades, asentada en el miedo de la persona a perder la seguridad de tener cubierta sus necesidades vitales. Y esto incluso llega a hacerse acosta del  dinero del estado.


Pero por otro lado, lo que mas he echado de menos, en quienes han sacado a la luz LOS SANTOS INOCENTES, como una de las grandes obras de Miguel Delibes, en defensa de la dignidad de la persona, es el olvido intencionado, (cuando estos días era un tema de actualidad) del posicionamiento de Miguel Delibes respecto del Aborto.



Reproduzco íntegramente el articulo que escribió Miguel Delibes en el Abc por primera vez en 1986 y por última vez en Abc el 20 de diciembre de 2007. Existen algún párrafo con el que discrepo, pero que en términos generales pone de manifiesto ese respecto necesario a la Dignidad Humana.


ABORTO LIBRE Y PROGRESISMO



En estos días en que tan frecuentes son las manifestaciones en favor del aborto libre, me ha llamado la atención un grito que, como una exigencia natural, coreaban las manifestantes: “Nosotras parimos, nosotras decidimos”. En principio, la reclamación parece incontestable y así lo sería si lo parido fuese algo inanimado, algo que el día de mañana no pudiese, a su vez, objetar dicha exigencia, esto es, parte interesada, hoy muda, de tan importante decisión. La defensa de la vida suele basarse en todas partes en razones éticas, generalmente de moral religiosa, y lo que se discute en principio es si el feto es o no es un ser portador de derechos y deberes desde el instante de la concepción. Yo creo que esto puede llevarnos a argumentaciones bizantinas a favor y en contra, pero una cosa está clara: el óvulo fecundado es algo vivo, un proyecto de ser, con un código genético propio que con toda probabilidad llegará a serlo del todo si los que ya disponemos de razón no truncamos artificialmente el proceso de viabilidad. De aquí se deduce que el aborto no es matar (parece muy fuerte eso de calificar al abortista de asesino), sino interrumpir vida; no es lo mismo suprimir a una persona hecha y derecha que impedir que un embrión consume su desarrollo por las razones que sea. Lo importante, en este dilema, es que el feto aún carece de voz, pero, como proyecto de persona que es, parece natural que alguien tome su defensa, puesto que es la parte débil del litigio.



La socióloga americana Priscilla Conn, en un interesante ensayo, considera el aborto como un conflicto entre dos valores: santidad y libertad, pero tal vez no sea éste el punto de partida adecuado para plantear el problema. El término santidad parece incluir un componente religioso en la cuestión, pero desde el momento en que no se legisla únicamente para creyentes, convendría buscar otros argumentos ajenos a la noción de pecado. En lo concerniente a la libertad habrá que preguntarse en qué momento hay que reconocer al feto tal derecho y resolver entonces en nombre de qué libertad se le puede negar a un embrión la libertad de nacer. Las partidarias del aborto sin limitaciones piden en todo el mundo libertad para su cuerpo. Eso está muy bien y es de razón siempre que en su uso no haya perjuicio de tercero. Esa misma libertad es la que podría exigir el embrión si dispusiera de voz, aunque en un plano más modesto: la libertad de tener un cuerpo para poder disponer mañana de él con la misma libertad que hoy reclaman sus presuntas y reacias madres. Seguramente el derecho a tener un cuerpo debería ser el que encabezara el más elemental código de derechos humanos, en el que también se incluiría el derecho a disponer de él, pero, naturalmente, subordinándole al otro.



Y el caso es que el abortismo ha venido a incluirse entre los postulados de la moderna “progresía”. En nuestro tiempo es casi inconcebible un progresista antiabortista. Para éstos, todo aquel que se opone al aborto libre es un retrógrado, posición que, como suele decirse, deja a mucha gente, socialmente avanzada, con el culo al aire. Antaño, el progresismo respondía a un esquema muy simple: apoyar al débil, pacifismo y no violencia. Años después, el progresista añadió a este credo la defensa de la Naturaleza. Para el progresista, el débil era el obrero frente al patrono, el niño frente al adulto, el negro frente al blanco. Había que tomar partido por ellos. Para el progresista eran recusables la guerra, la energía nuclear, la pena de muerte, cualquier forma de violencia. En consecuencia, había que oponerse a la carrera de armamentos, a la bomba atómica y al patíbulo. El ideario progresista estaba claro y resultaba bastante sugestivo seguirlo. La vida era lo primero, lo que procedía era procurar mejorar su calidad para los desheredados e indefensos. Había, pues, tarea por delante. Pero surgió el problema del aborto, del aborto en cadena, libre, y con él la polémica sobre si el feto era o no persona, y, ante él, el progresismo vaciló. El embrión era vida, sí, pero no persona, mientras que la presunta madre lo era ya y con capacidad de decisión. No se pensó que la vida del feto estaba más desprotegida que la del obrero o la del negro, quizá porque el embrión carecía de voz y voto, y políticamente era irrelevante. Entonces se empezó a ceder en unos principios que parecían inmutables: la protección del débil y la no violencia. Contra el embrión, una vida desamparada e inerme, podía atentarse impunemente. Nada importaba su debilidad si su eliminación se efectuaba mediante una violencia indolora, científica y esterilizada. Los demás fetos callarían, no podían hacer manifestaciones callejeras, no podían protestar, eran aún más débiles que los más débiles cuyos derechos protegía el progresismo; nadie podía recurrir. Y ante un fenómeno semejante, algunos progresistas se dijeron: esto va contra mi ideología. Si el progresismo no es defender la vida, la más pequeña y menesterosa, contra la agresión social, y precisamente en la era de los anticonceptivos, ¿qué pinto yo aquí? Porque para estos progresistas que aún defienden a los indefensos y rechazan cualquier forma de violencia, esto es, siguen acatando los viejos principios, la náusea se produce igualmente ante una explosión atómica, una cámara de gas o un quirófano esterilizado.






Miguel Delibes

Machacando las Almendras

NO AL ABORTO LIBRE. DESDE LA IZQUIERDA.


 Enrique Encabo Cebrián, afiliado a UGT y miembro de la Junta de Personal de Comunidades de Castilla La Mancha, ha hecho público su abandono del sindicato, al que acusa duramente por sus posiciones en favor de la cultura de la muerte, y lo hace sin moverse un centímetro de sus planteamientos ideológicos:



"Marx, en su libro El Capital, recoge testimonios de niños y jóvenes explotados en las minas escocesas de carbón y reacciona frente a la opresión de la que son objeto estos indefensos frente al poder de los intereses económicos. Hoy los oprimidos son estas jóvenes mujeres que desfilan al interior de los abortuorios, víctimas de una sociedad que primero les vende la falacia del sexo sin riesgos, luego les niega ayuda ante un embarazo inesperado y finalmente las empuja contra su voluntad al callejón sin salida del aborto".

Nació a las 22 semanas y se desarrolla perfectamente
Amillia con 22 semanas, vive y crece

Enrique Encabo, que es presidente de la Asociación de Bioética de Albacete y se ha adherido a la Declaración de Madrid, ha dado a conocer su postura a través de una carta, cuyo texto completo reproducimos:


"Observo con sorpresa cómo UGT, sindicato al que estoy afiliado desde hace años, se une a otras asociaciones radicales en una concentración a favor del aborto en Albacete. A los compañeros que dirigen un sindicato que lleva 111 años defendiendo a los oprimidos, les recomiendo que se acerquen a la cruda realidad del aborto.


Amillia, el bebé más prematuro del mundo.§ Nació el pasado 24 de octubre en el Hospital Infantil Baptista de Miami (EEUU)




En España abortan 120.000 mujeres anualmente, en su mayoría jóvenes, que quedan traumatizadas pues después de un aborto nunca vuelven a ser las mismas por mucho que quieran ocultarlo quienes alegremente invitan a ello.



Lo cierto es que detrás de un aborto hay mucho sufrimiento y dos vidas destrozadas. Marx, en su libro El Capital, recoge testimonios de niños y jóvenes explotados en las minas escocesas de carbón y reacciona frente a la opresión de la que son objeto estos indefensos frente al poder de los intereses económicos.



Hoy los oprimidos son estas jóvenes mujeres que desfilan al interior de los abortuorios, víctimas de una sociedad que primero les vende la falacia del sexo sin riesgos, luego les niega ayuda ante un embarazo inesperado y finalmente las empuja contra su voluntad al callejón sin salida del aborto.



No se puede ocultar más la realidad: el aborto es una forma de violencia machista contra la mujer y un lucrativo negocio. Y no es una visión particular sino que las crudas palabras de Margaret Sanger, fundadora de la organización internacional abortista IPPF, lo confirman: «... al introducir la mentalidad anticonceptiva en un país, el aborto es el siguiente paso a seguir. Al fallar el anticonceptivo, la solución es el aborto. Al salir de sus clínicas de aborto se les vende más anticonceptivos y si vuelven a tener otro embarazo pueden regresar a abortar otra vez, volviéndose un negocio redondo...»



Compañeros de UGT, con los que comparto inquietudes por mejorar la sociedad: defended de verdad al más débil, al peor parado de este tema, no sigáis defendiendo a quienes amenazan a estas mujeres con el abandono sentimental o con el despido, no sigáis defendiendo a una industria que se está lucrando con la muerte de unos indefensos y con el sufrimiento de sus oprimidas madres.



Mientras lo pensáis, permitid que actúe de acuerdo a mi conciencia y dadme de baja del sindicato. Enrique Encabo Cebrián (Afiliado de UGT. Miembro de la Junta de Personal de Comunidades de Castilla-La Mancha)."

Machacando las Almendras