Contra la Usura y Despilfarro

Contra la Usura y Despilfarro
Los culpables siguen cobrando cifras millonarias

CENSURA en Hoyguareña a un artículo de Pedro Miguel López Pérez


Aquí os dejo íntegro el artículo suprimido de la web www.hoyguarena.es. No deja de ser una cutrez publicar un artículo y a las pocas horas retirarlo sin darle una explicación al autor. Eso tiene un nombre y no es otro que censura.
Como digo os dejo la versión íntegra según salió de mi ordenador, aunque también podéis consultarla en el enlace adjunto (gracias a la pericia del magnífico informático y gran amigo que es Antonio Carmona Agúndez) tal y como salió publicada en el HO
Y Guareña digital. Elegid la que más os guste.
Una vez más, muchas gracias por vuestro apoyo. Un abrazo.

… Y lo que nos queda

Una demostración más de que hay gente para todo la tenemos en que algunos se han dedicado a contar los años que está durando la actual crisis. A mediados del pasado mes de agosto se cumplía, según analistas expertos (si no es imposible, ya que el común de los mortales hemos perdido la cuenta), el primer lustro de la que se está conociendo como mayor crisis del siglo XXI.

Prácticamente en los inicios de la actual situación socioeconómica, cuando algunos hablaban de brotes verdes, allá por noviembre de 2009, el autor de estas líneas publicaba un artículo en el número 3 de la revista “El Carro”, editada por la Asociación Cultural Luis Chamizo, bajo el título ¿Qué crisis? En la jornada de presentación de dicha revista tuve un pequeño debate con la estrella invitada a aquél acto, autor a su vez de un relato un tanto fantasioso sobre el pasado de Guareña. Él pretendía dar por cierto lo que no eran más que una serie de elucubraciones sobre lo que pudo ser nuestro pueblo en tiempos pretéritos. Como decía, en el transcurso de esa velada tuvimos un rifirrafe, ya que quien pretendía hacer pasar por hechos históricos las ilusiones que albergaba su mente, se permitía criticar mi artículo con el vago argumento de que “no tiene consistencia”. En aquel momento y en el citado artículo ya hablaba del incremento de visitantes a los comedores sociales o de la denuncia de varias organizaciones no gubernamentales respecto a que casi el 40% de los habitantes de la provincia de Badajoz vivían por debajo del umbral de la pobreza. Recordemos que en 2009, aún no habían llegado las reformas laborales de Zapatero y Rajoy y el término recorte no estaba tan al orden del día como ahora.

En aquél momento tuve la sensación (hoy es certeza) de que mi interlocutor descalificaba mis opiniones no porque fuera obvio, además con datos objetivos, lo que yo decía, sino porque, como otros muchos hacían por aquellas fechas (recordemos que era el momento en el que los líderes mundiales decidían “refundar el capitalismo”) él trataba de justificar el status quo vigente. Para él, este es el mejor de los mundos y esto de la crisis, como todas las crisis, ya reza el viejo refrán que no hay mal que cien años dure (ni cuerpo que lo aguante), acabará pasando. Y así nos vemos, mientras unos, con recursos, medianamente acomodados, argumentan que el mundo siempre ha sido así, y así debe permanecer, que hasta en la Biblia se alternaban los periodos de vacas gordas y con los de vacas flacas,… otros, no tan acomodados, ni con tantos recursos ven sus sueños frustrados y comienzan a caer en la cuenta de que todo esto no es más que un gran montaje en el que, como sucede en los juegos de mesa, la banca siempre gana.

Y es que no nos engañemos, esa es la esencia del capitalismo. Se nutre de ciclos. A un período de supuesta bonanza, donde hay dinero a espuertas, donde se crean necesidades superfluas y de manera machacona se incita al consumo compulsivo, sigue una época en la que quienes repartieron las cartas deciden hacer caja y recoger los beneficios de la bonanza anterior (bonanza artificial, porque todo se ha creado a través de burbujas). Ejemplos claros los estamos viviendo a diario. En España hemos pasado de una situación en la que prácticamente te llamaban gilipollas si desoías las super-ofertas que te hacía el banco (en el mismo paquete te metían la hipoteca, el préstamo para el coche, un crédito personal “por si lo necesitas”, amén de relojes, joyas, edredones, sartenes, viajes…) a tener que solicitar un aval para emprender cualquier actividad. Las preguntas son recurrentes: ¿Qué ha pasado? ¿Cómo es posible que todo se haya volatilizado? ¿Por qué ya no se gasta con tanta alegría? ¿Dónde ha ido el dinero? Muy sencillo, como si del Monopoly se tratase, ha llegado la hora en que la banca quiere hacer caja y obtener su beneficio. Por tanto al ciudadanito de a pie no le queda otra que apretarse el cinturón o bajarse los pantalones (ambas cosas a la vez es prácticamente imposible) y soportar cómo impúdicamente te responsabilizan de la crisis porque “hemos vivido por encima de nuestras posibilidades”, cuando lo único que has hecho en tu vida ha sido estudiar y currar. Para colmo, los gobiernos que deberían estar al servicio de sus ciudadanos se doblegan a los intereses de los especuladores (al fin y al cabo son quienes financian sus carísimas campañas), garantizándoles una mano de obra barata y obediente, vía recortes sociales, subidas de impuestos (principalmente los indirectos como el IVA, que son los que más afectan a la clase trabajadora) y merma de los derechos más elementales.

Y así nos va… y lo que nos queda, mientras no tomemos seria conciencia de que es absolutamente imprescindible cambiar de sistema. Hasta que no llegue ese momento, permaneceremos en el círculo vicioso del capitalismo. Saldremos de la crisis, claro que sí, porque cuando ya hayan exprimido bien a los trabajadores, levantarán la mano para que podamos consumir, dando salida a los productos que ofrece el sistema. Volverán a vendernos como avance social la mejora de nuestro poder adquisitivo, nos crearán nuevas y más superfluas necesidades, nos incitarán a endeudarnos “por encima de nuestras posibilidades”… y vuelta a empezar.